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Evolución de la Autoestima:Disminución e Inestabilidad en la Adolescencia Temprana

  • quintopsicouta
  • 18 jun 2016
  • 3 Min. de lectura

Generalmente, se ha considerado a la autoestima global como un rasgo bastante estable a lo largo del tiempo (Savin-Williams y Jaquish, 1981) y a la experiencia momentánea de autoestima fluctuando en torno a ese nivel (Kernis, Cornell, Sun, Berry y Harlow, 1993). Cuando se ha investigado la trayectoria de la autoestima global para 392 © International Journal of Psychology & Psychological Therapy, 2012, 12, 3 http://www. ijpsy. Com Rodríguez Naranjo y Caño González ambos sexos, se encuentran niveles relativamente altos en la infancia que disminuyen al comienzo de la adolescencia y a lo largo de ésta. Estos niveles se incrementan de nuevo desde el comienzo de la vida adulta y vuelven a decaer desde las edades medias de la vida adulta hasta la vejez (Robins y Trzesniewski, 2005; Robinson, Trzesniewski, Tracy, Gosling y Potter, 2002; Trzesniewski, Donnellan y Robins, 2003).


Si bien en la infancia los niveles son similares en ambos sexos, en la adolescencia emerge un “vacío” entre ellos, presentando los varones una autoestima más elevada que las mujeres (ver metaanálisis de Kling, Hyde, Showers y Buswell, 1999; Robins et al., 2002). Garaigordobil, Pérez y Mozaz (2008) encuentran que estas diferencias de género se producen en autoestima y no en autoconcepto, y en particular en adolescentes de 16-17 años. Examinadas las diferencias en autoestima longitudinalmente, más mujeres adolescentes que varones muestran pérdidas de autoestima (Zimmerman et al., 1997), encontrándose en el estudio de Block y Robins (1993) incluso un incremento en la autoestima de los varones adolescentes.


Cuando se ha comparado la autoestima global con la autoestima para áreas específicas, las diferencias de género tienden a ser superiores en ciertas áreas (Kling et al., 1999). En concreto, la autoestima de los varones adolescentes depende más de logros personales que ellos pueden comparar con los obtenidos por sus iguales y las mujeres de estas edades se evalúan a sí mismas más en función de la aprobación de los otros significativos (Block y Robins, 1993; Thorne y Michalieu, 1996).


La adolescencia temprana se ha considerado, en particular, un periodo especialmente relevante para la formación de la autoestima, en la cual los individuos se muestran vulnerables a experimentar una disminución en la misma (ver Twenge y Campbell, 2001, para un metaanálisis). Esta etapa se caracteriza por la experiencia de acontecimientos novedosos y a veces estresantes que suponen un desafío para la visión que los adolescentes tienen de sí mismos (Steinberg y Morris, 2001; Twenge y Campbell, 2001) y su estabilidad emocional (Larson, Moneta, Richards y Wilson, 2001). Así, los jóvenes de estas edades manifiestan, con frecuencia, no sólo una disminución sino también fuertes fluctuaciones en sus niveles de autoestima, las cuáles tienden a disminuir conforme avanza la adolescencia y se alcanza la edad adulta (Block y Robins, 1993).


En cuanto a los sentimientos momentáneos de autoestima de los adolescentes, Savin-Williams y Demo (1983) encuentran que los cambios que muestran la mayoría son impredecibles. Sin embargo, Crocker et al. (2002) han mostrado, desde el análisis de las contingencias de reforzamiento, que las fluctuaciones en la experiencia momentánea de autoestima por parte de los jóvenes dependen principalmente de que experimenten éxitos o fracasos en aquellas áreas que ponen en riesgo su percepción de autovalía. Así, la inestabilidad de la autoestima refleja las fluctuaciones que se producen como consecuencia de experimentar éxitos o fracasos ante los que los jóvenes son vulnerables, es decir, que ocurren en circunstancias que son relevantes para su autoestima (Crocker y Wolfe, 2001; Crocker et al., 2002; Crocker, Karpinski, Quinn y Chase, 2003).


En particular, las fluctuaciones en los éxitos y fracasos que más frecuentemente ocasionan inestabilidad en la autoestima se producen en aquellas áreas en que los jóvenes perciben implicadas sus propias competencias, es decir, en las que son sus propias habilidades las que les llevan a satisfacer sus contingencias de autovalía (Crocker et al., 2002; Kernis et al., 1993). El individuo presentará, así, una autoestima más inestable si experimenta tanto éxitos como fracasos en aquellas áreas que son relevantes para su autoestima, y una autoestima más estable y elevada cuando experimenta acontecimientos vitales que tienden a satisfacer sus contingencias de autovalía.


Bibliografía

Carmen Rodríguez Naranjo*Antonio Caño González (2012). Autoestima en la adolescencia: análisis y estrategias de intervención. Evolución de la Autoestima: Disminución e Inestabilidad en la Adolescencia Temprana Facultad de Psicología, Universidad de Málaga, España. Recuperado el día 17/06/2016.

http://www.ijpsy.com/volumen12/num3/337/autoestima-en-la-adolescencia-anlisis-ES.pdf


 
 
 

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