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Sin TítuloEl consumo de sustancias psicoactivas como parte del estilo de vida de jóvenes universitar

  • Cecilia Viracocha
  • 5 jul 2016
  • 3 Min. de lectura

Las sustancias psicoactivas son un tema polémico tanto en el ámbito de la literatura como de la investigación. Los hallazgos son controvertidos en ocasiones, resulta difícil separar la respuesta farmacológica a las drogas de otras reacciones psicológicas y sociales, en quienes están involucrados con ellas. Esto significa que la relevancia del estudio e intervención sobre el consumo de drogas está dada por los efectos que genera y su impacto en el funcionamiento humano, debido a los cambios químicos cerebrales y las alteraciones en el estilo de vida de las personas directamente afectadas y de quienes los rodean. (Salazar, Quintero 2010).

Los estilos de vida relacionados con el consumo de drogas incluyen comportamientos propios del consumo, tales como el modo de empleo de la droga y la frecuencia con que se usa, y el manejo de los efectos del consumo tanto a nivel personal (alteraciones físicas, cognoscitivas, emocionales y conductuales) como social (manejo de las relaciones interpersonales, pertenencia a grupos). Igualmente, los estilos de vida incluyen los factores del contexto, como los lugares en los que se presenta, las personas con quien se comparte el hábito o participan en el expendio de la droga.

En algunos casos en los que las personas experimentan altos niveles de incertidumbre y angustia con relación al dominio de situaciones de su vida, pueden considerar que drogas como el alcohol, facilitan comportamientos como los requeridos en situaciones sociales o en contactos sexuales. Una de sus mayores dificultades radica en que centran sus expectativas de eficacia y de satisfacción exclusivamente en las condiciones de asociación de los comportamientos, sociales y sexuales, con el consumo de alcohol.

Encontraron que los lugares en que los jóvenes consumen alcohol, generalmente son sitios públicos que ofrecen música, comida y bebida, o las fiestas (privadas) en casa, cuando los padres se encuentran ausentes. Esta relación de interacción e influencia mutua entre las características de personalidad, la situación social en que ocurre el comportamiento y el medio ambiente cultural, es una mega-teoría del comportamiento saludable. Ellos aclaran, sin embargo, que cada factor puede tener un peso relativo en cada caso, de allí que las intervenciones sobre las situaciones de consumo de drogas deban incluir un estudio de las causas que lo provocan. Por ejemplo, algunos factores proximales pertenecen a los consumidores y pueden tener un efecto directo sobre el comportamiento, como en el caso de sus actitudes y percepciones acerca de las normas relacionadas con las drogas, mientras que existen otros factores distales relacionados con los ambientes del consumidor, tales como las prácticas parentales de consumo, las leyes y políticas de acceso a las drogas, entre otras. (Salazar, Quintero 2010).

Este es uno de los factores proximales más relevantes en las historias de consumo de drogas. Los consumidores de drogas no atienden a sus sistemas de autocontrol, calculan solamente las consecuencias placenteras a corto plazo y no miden las de largo plazo. Esto es debido en parte, a que el consumo de drogas afecta la autorregulación de los circuitos encargados del placer y la motivación, con lo cual la sustancia psicoactiva pasa a ocupar el primer lugar entre las prioridades de las personas. Por otro lado, el uso continuado de las drogas altera los neurotransmisores, especialmente los niveles de dopamina, sustancia ubicada en la base del cerebro, encargada del funcionamiento cognitivo y motor, así como de participar en las experiencias placenteras.

Fiorentini (como se citó en Salazar, Quintero 2010), las intervenciones con carácter preventivo terciario frente al consumo de drogas deben tener en cuenta algunas condiciones importantes:

1. El nivel de conciencia que tenga la persona respecto al problema, y que quiera involucrase en el cambio.

2. La necesidad de institucionalización de acuerdo al comportamiento de consumo, ya que es probable que se requiera de ello.

3. La presencia de una relación de pareja (formalmente constituida) que aún no haya sido muy afectada por la problemática, el que la persona conserve su empleo, que su historia de uso de drogas sea corto y que no tenga antecedentes de comportamiento criminal.

4. El apoyo y control sobre el entorno social y familiar de la persona, pues éstos pueden contener estímulos discriminativos para la conducta de consumo o elementos educativos o de medida y control sobre el consumo de las sustancias.

5. La posibilidad de efectuar una intervención interdisciplinaria, desde la perspectiva médica y psicosocial, principalmente en instituciones que cuenten con respaldo profesional y científico.

BIBLIOGRAFÍA:

Salazar, I., Quintero, M. (2010). El consumo de drogas como parte del estilo de vida de jóvenes universitarios. Revista Colombiana de Psicología. Vol.5, págs. 47-58. Recuperado de www.Dialnet-ElConsumoDeAlcoholTabacoYOtrasDrogasComoParteDelEs-3246386.pdf


 
 
 

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