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Estilo de Apego, Empatía y Autoestima en Agresores de Pareja

  • quintopsicouta
  • 20 jun 2016
  • 3 Min. de lectura

El componente emocional puede considerarse un factor con gran peso en el análisis de la conducta violenta. En el caso de la violencia contra la pareja, es frecuente el uso de dimensiones afectivas en la clasificación de los agresores, con descriptores como emocionalmente inestables, volátiles cíclicos odisfóricos. Entre las variables emocionales relacionadas con la conducta violenta desempeñan un papel importante el apego, la empatía y la autoestima, Loinaz (2012).


La incorporación del apego al análisis de la etiología de la violencia ha permanecido en segundo plano hasta fechas muy recientes. Sin embargo, en los últimos años se encuentran a nivel internacional múltiples referencias que vinculan el apego adulto a la conducta violenta. Pese a que en el contexto español se han invertido algunos esfuerzos en su estudio, la investigación en esta área aún está por desarrollarse, en especial en lo referente a su relación con la conducta violenta, donde solo una investigación incluye esta variable.

La teoría del apego ofrece información relevante sobre los estilos relacionales de los agresores y el modo en que las interacciones violentas se producen. Los procesos de apego podrían influir sobre nuestra expresión funcional o disfuncional de la ira, la violencia doméstica y de pareja, el comportamiento antisocial, o incluso la violencia entre grupos. El apego no explica la conducta, pero sí ofrece un método de análisis sobre los procesos psicológicos que median en la agresión, tales como ciertos déficits cognitivos o emocionales.


Según Loinaz (2012), la agresión en la pareja puede entenderse como un comportamiento de protesta dirigido a la figura de apego y precipitado por amenazas de separación o abandono. A nivel internacional, la variable del apego forma parte de los protocolos para evaluar a los hombres violentos con la pareja, así como para diferenciar subtipos de agresores o valorar resultados terapéuticos.


A grandes rasgos, los agresores de pareja, en comparación con sujetos no violentos, muestran apego inseguro,poca estabilidad emocional y gran ansiedad frente al rechazo o abandono por parte de la pareja. Este apego inseguro se relaciona con una mayor necesidad de dominio en las relaciones íntimas (Mauricio &Gormley, 2001) y con una especial vulnerabilidad a los sentimientos de abandono.


Por otro lado, el apego ansioso (preocupado y temeroso) se ha relacionado con la agresión a la pareja en numerosos estudios. La asociación de estilos de apego inseguro u hostil con variables negativas como una menor autoestima, mayor impulsividad o mayor ira también ha sido encontrada en una muestra española de agresores de pareja.


Otra variable emocional que podría desempeñar un papel relevante en la conducta violenta es la empatía. Sus déficits han sido identificados como un importante antecedente y facilitador de la conducta agresiva, mientras que su funcionamiento normal se contempla como un factor protector que inhibe la agresión y motiva al altruismo. En este sentido, si un sujeto es capaz de empatizar y, por tanto, de experimentar las consecuencias de sus actos sobre los demás, será menos probable que dañe a otros y será más propenso a ayudarles.


Según Loinaz (2012), la investigación actual apoya la visión de la empatía como un constructo multi-componente, formado por aspectos cognitivos (reconocer e identificarse con los sentimientos del otro) y emocionales. La empatía está compuesta por cuatro constructos: antecedentes (aspectos del observador, del receptor y de la situación), procesos(medios para generar una respuesta empática, cognitivos o no), respuestas intrapersonales (reacciones cognitivas y emocionales del observador, resultado de la exposición al objetivo) y respuestas interpersonales(acciones dirigidas hacia el objeto de la empatía, incluida la conducta de ayuda o la agresión). Estos aspectos son evaluados por el Índice de Reactividad Interpersonal.


Sin embargo, la respuesta empática no es igual en todos los sujetos ni en todas las situaciones y, en ocasiones, los distintos procesos y consecuencias de los mismos pueden derivar en una conducta violenta o de distanciamiento. Así pues, las diferencias individuales y situacionales explican por qué los déficits en empatía son dependientes del contexto o de la víctima más que un rasgo fijo.


La empatía tiene un gran peso en el ámbito rehabilitador. Su mejora es un componente central en los programas diseñados para intervenir con agresores, si bien hay pocas pruebas que permitan valorar su efecto en la reducción del riesgo de reincidencia (Day et al., 2010). Respecto a la violencia en la pareja, son escasos los estudios que analizan específicamente su rol en los agresores, pese a que su abordaje forme parte de los módulos de entrenamiento en habilidades sociales y resolución de problemas, incremento de conciencia y mejora de la motivación para el cambio. En nuestro contexto la variable se ha evaluado como parte de los programas de tratamiento y el análisis de su eficacia.


Bibliografía:

Loinaz, I.(2012). Estilo de Apego, Empatía y Autoestima en Agresores de Pareja. Scielo. Vol. 30. España. Recuperado desde: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-48082012000200006


 
 
 

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